SimonBolivarCafe

Sábado 02.02.2019  19:30

Café Filosófico N° 947

El pensamiento de Simón Bolívar

Al inicio de la sesión los participantes escribieron cada uno una pregunta surgida a partir de la lectura del texto  que fue un Extracto del Discurso pronunciado por el Libertador Simón Bolívar ante el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819, día de su instalación. Luego, se pasó a la reflexión en base a algunas de las preguntas planteadas.

“Al desprenderse la América de la Monarquía Española, se ha encontrado semejante al Imperio Romano, cuando aquella enorme masa cayó dispersa en medio del antiguo mundo. Cada desmembración formó entonces una nación independiente conforme a su situación o a sus intereses; pero con la diferencia de que aquellos miembros volvían a restablecer sus primeras asociaciones. Nosotros ni aún conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo; no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado. Todavía hay más; nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos en tanta más dificultad para alcanzar la Libertad, cuanto que estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos había robado la Libertad, sino también la tiranía activa y doméstica. Permítaseme explicar esta paradoja. En el régimen absoluto, el poder autorizado no admite límites. La voluntad del déspota es la Ley Suprema, ejecutada arbitrariamente por los subalternos que participan de la opresión organizada en razón de la autoridad de que gozan. Ellos están encargados de las funciones civiles, políticas, militares y religiosas; pero al fin son persas los sátrapas de Persia, son turcos los bajaes del gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria. La China no envía a buscar mandarines a la cuna de Gengis Kan, que la conquistó. Por el contrario, la América todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa, no permitiéndose sus funciones en nuestros asuntos domésticos y administración interior. Esta abnegación nos había puesto en la imposibilidad de conocer el curso de los negocios públicos; tampoco gozábamos de la consideración personal que inspira el brillo del poder a los ojos de la multitud, y que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez, estábamos abstraídos, ausentes del universo en cuanto era relativo a la ciencia del Gobierno.

Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia. Semejante a un robusto ciego que, instigado por el sentimiento de su fuerza, marcha con la seguridad del hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos. Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud; que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad. Así, legisladores, vuestra empresa es tanto más ímproba cuanto que tenéis que constituir a hombres pervertidos por las ilusiones del error y por incentivos nocivos. La libertad, dice Rousseau, es un alimento suculento pero de difícil digestión. Nuestros débiles conciudadanos tendrán que enrobustecer su espíritu mucho antes que logren digerir el saludable nutritivo de la libertad. Entumidos sus miembros por las cadenas, debilitada su vista en las sombras de las mazmorras, y aniquilados por las pestilencias serviles, ¿serán capaces de marchar con pasos firmes hacia el augusto Templo de la Libertad? ¿Serán capaces de admirar de cerca sus espléndidos rayos y respirar sin opresión el éter puro que allí reina?

Meditad bien vuestra elección, legisladores. No olvidéis que vais a echar los fundamentos a un pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente rango que le espera. Si vuestra elección no está presidida por el genio tutelar de Venezuela, que debe inspiraros el acierto al escoger la naturaleza y la forma de gobierno que vais a adoptar para la felicidad del pueblo; si no acertáis, repito, la esclavitud será el término de nuestra transformación.

Los anales de los tiempos pasados os presentarán millares de gobiernos. Traed a la imaginación las naciones que han brillado sobre la tierra, y contemplaréis afligidos que casi toda la tierra ha sido, y aún es, víctima de sus gobiernos. Observaréis muchos sistemas de manejar hombres, mas todos para oprimirlos; y si la costumbre de mirar al género humano conducido por pastores de pueblos, no disminuyese el horror de tan chocante espectáculo, nos pasmaríamos al ver nuestra dócil especie pacer sobre la superficie del globo como viles rebaños destinados a alimentar a sus crueles conductores. La naturaleza a la verdad nos dota, al nacer, del incentivo de la libertad; mas sea pereza, sea propensión inherente a la humanidad, lo cierto es que ella reposa tranquila aunque ligada con las trabas que le imponen. Al contemplarla en este estado de prostitución, parece que tenemos razón para persuadimos que los más de los hombres tienen por verdadera aquella humillante máxima, que más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía. ¡Ojalá que esta máxima contraria a la moral de la naturaleza fuese falsa! ¡Ojalá que esta máxima no estuviese sancionada por la indolencia de los hombres con respecto a sus derechos más sagrados!

Muchas naciones antiguas y modernas han sacudido la opresión; pero son rarísimas las que han sabido gozar algunos preciosos momentos de libertad; muy luego han recaído en sus antiguos vicios políticos; porque son los pueblos más bien que los gobiernos los que arrastran tras sí la tiranía. El hábito de la dominación los hace insensibles a los encantos del honor y de la prosperidad nacional; y miran con indolencia la gloria de vivir en el movimiento de la libertad, bajo la tutela de leyes dictadas por su propia voluntad. Los fastos del universo proclaman esta espantosa verdad.

Sólo la democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta libertad; pero, ¿cuál es el gobierno democrático que ha reunido a un tiempo, poder, prosperidad, y permanencia? ¿Y no se ha visto por el contrario la aristocracia, la monarquía cimentar grandes y poderosos imperios por siglos y siglos? ¿Qué gobierno más antiguo que el de China? ¿Qué república ha excedido en duración a la de Esparta, a la de Venecia? ¿El Imperio Romano no conquistó la tierra? ¿No tiene la Francia catorce siglos de monarquía? ¿Quién es más grande que la Inglaterra? Estas naciones, sin embargo, han sido o son aristocracias y monarquías.

(…) ¿Quién puede resistir al amor que inspira un gobierno inteligente que liga a un mismo tiempo los derechos particulares a los derechos generales; que forma de la voluntad común la Ley Suprema de la voluntad individual? ¿Quién puede resistir al imperio de un gobierno bienhechor que con una mano hábil, activa y poderosa dirige siempre, y en todas partes, todos sus resortes hacia la perfección social, que es el fin único de las instituciones humanas?

¡Representantes del Pueblo! Vosotros estáis llamados para consagrar o suprimir cuanto os parezca digno de ser conservado, reformado o desechado en nuestro pacto social. A vosotros pertenece el corregir la obra de nuestros primeros Legisladores; yo querría decir que a vosotros toca cubrir una parte de la belleza que contiene nuestro Código Político; porque no todos los corazones están formados para amar a todas las beldades; ni todos los ojos son capaces de soportar la luz celestial de la perfección. El libro de los Apóstoles, la moral de Jesús, la obra divina que nos ha enviado la Providencia para mejorar a los hombres, tan sublime, tan santa, es un diluvio de fuego en Constantinopla, y el Asia entera ardería en vivas llamas, si este libro de paz se le impusiese repentinamente por Código de religión, de leyes y de costumbres.

Séame permitido llamar la atención del Congreso sobre una materia que puede ser de una importancia vital. Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del Norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa; pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia.

Los ciudadanos de Venezuela gozan todos por la Constitución, intérprete de la naturaleza, de una perfecta igualdad política. Cuando esta igualdad no hubiese sido un dogma en Atenas, en Francia y en América, deberíamos nosotros consagrarlo para corregir la diferencia que aparentemente existe. Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está sancionado por la pluralidad de los sabios; como también lo está que no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos lo practican; todos deben ser valerosos y todos no lo son; todos deben poseer talentos y todos no los poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad más liberalmente establecida. Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social. Es una inspiración eminentemente benéfica la reunión de todas las clases en un estado, en que la diversidad se multiplicaba en razón de la propagación de la especie. Por este solo paso se ha arrancado de raíz la cruel discordia. ¡Cuántos celos, rivalidades y odios se han evitado!

Habiendo ya cumplido con la justicia, con la humanidad, cumplamos ahora con la política, con la sociedad, allanando las dificultades que opone un sistema tan sencillo y natural, mas tan débil que el menor tropiezo lo trastorna, lo arruina. La diversidad de origen requiere un pulso infinitamente firme, un tacto infinitamente delicado para manejar esta sociedad heterogénea cuyo complicado artificio se disloca, se divide, se disuelve con la más ligera alteración.

El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política. Por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos derecho de esperar que la dicha sea el dote de Venezuela; y por las vuestras, debemos lisonjearnos que la seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha. A vosotros toca resolver el problema. ¿Cómo, después de haber roto todas las trabas de nuestra antigua opresión, podemos hacer la obra maravillosa de evitar que los restos de nuestros duros hierros no se cambien en armas liberticidas? Las reliquias de la dominación española permanecerán largo tiempo antes que lleguemos a anonadarlas; el contagio de despotismo ha impregnado nuestra atmósfera, y ni el fuego de la guerra, ni el especifico de nuestras saludables Leyes han purificado el aire que respiramos. Nuestras manos ya están libres, y todavía nuestros corazones padecen de las dolencias de la servidumbre. El hombre, al perder la libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu.

La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades. Tomemos de Atenas su Areópago, y los guardianes de las costumbres y de las leyes; tomemos de Roma sus censores y sus tribunales domésticos; y haciendo una santa alianza de estas instituciones morales, renovemos en el mundo la idea de un pueblo que no se contenta con ser libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso. Tomemos de Esparta sus austeros establecimientos, y formando de estos tres manantiales una fuente de virtud, demos a nuestra República una cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana. Constituyamos este Areópago para que vele sobre la educación de los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos; que juzgue de los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos; debiendo corregir las costumbres con penas morales, como las leyes castigan los delitos con penas aflictivas, y no solamente lo que choca contra ellas, sino lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que las debilita; no solamente lo que viola la constitución, sino lo que viola el respeto público. La jurisdicción de este tribunal verdaderamente santo, deberá ser efectiva con respecto a la educación y a la instrucción, y de opinión solamente en las penas y castigos. Pero sus anales, o registros donde se consignen sus actas y deliberaciones, los principios morales y las acciones de los ciudadanos, serán los libros de la virtud y del vicio. Libros que consultará el pueblo para sus elecciones, los magistrados para sus resoluciones y los jueces para sus juicios. Una institución semejante, por más que parezca quimérica, es infinitamente más realizable que otras que algunos legisladores antiguos y modernos han establecido con menos utilidad del género humano.

Hombres que se han desprendido de todos los goces, de todos los bienes que antes poseían, como el producto de su virtud y talentos, hombres que han experimentado cuanto es cruel en una guerra horrorosa, padeciendo las privaciones más dolorosas y los tormentos más acerbos; hombres tan beneméritos de la patria, han debido llamar la atención del Gobierno. En consecuencia he mandado recompensarlos con los bienes de la nación. Si he contraído para con el pueblo alguna especie de mérito, pido a sus representantes oigan mi súplica como el premio de mis débiles servicios. Que el Congreso ordene la distribución de los bienes nacionales, conforme a la Ley que a nombre de la República he decretado a beneficio de los militares venezolanos.”

 

CafeFilosófico946 260119 Fin de ClaseObrera

Sábado 26.01.2019  19:30

Café Filosófico N° 946

¿Se acerca el fin de la clase obrera?

a cargo del filósofo Máximo Grillo Annunziata

 

 

NietzscheAmigos MascarasSábado 19.01.2019  19:30

Café Filosófico N° 945

¿Un amigo es alguien a quien atormentamos contándole todos nuestros problemas o es alquien al que estimamos tanto que solo le mostramos nuestra mejor cara?

Esta semana en Agora en español coincidentemente también tenemos el tema de la Amistad desde la perspectiva de Nietzsche:

"Si uno quiere un amigo, entonces también debe querer hacer la guerra por él; y para hacer la guerra, uno debe ser capaz de ser un enemigo."
(...)
"En un amigo uno debe tener a su mejor enemigo. Deberías estar más cerca de él en el corazón cuando te resistas a él."
(...)
"El amigo debe ser un maestro en el adivinar y en mantener silencio: no tienes que querer verlo todo."
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El extracto completo lo puedes leer en: http://philopractice.org/web/amistad#nietzsche

FiloCienciaSábado 12.01.2019  19:30

 Café Clásico

Café Filosófico N° 944

¿Por qué la filosofía debe siempre ir acompañada de la ciencia?

A cargo del Mag. Jose Maúrtua

CafeRazonSábado 05.01.2019  19:30

Cafè Concentrado

Café Filosófico N° 943

La Razón

Adjuntamos unas citas para iniciar la reflexión.

“Razón, en filosofía, es la facultad o el proceso de extraer inferencias lógicas. El término "razón" también se utiliza en otros sentidos más estrechos. La razón se opone a la sensación, la percepción, el sentimiento, el deseo, como la facultad (cuya existencia niegan los empíricos) por la que se aprehenden intuitivamente las verdades fundamentales. Estas verdades fundamentales son las causas o "razones" de todos los hechos derivados. Según el filósofo alemán Immanuel Kant, la razón es el poder de sintetizar en unidad, mediante principios integrales, los conceptos que proporciona el intelecto. Esa razón que da principios a priori que Kant llama "razón pura", que se distingue de la razón práctica que tiene que ver con las acciones. En lógica formal, la derivación de inferencias, (frecuentemente llamada “racionalización” del latín “rationare” “para usar la facultad de razonar”) es clasificada desde Aristóteles como una facultad “deductiva” (de lo general a lo particular) e inductiva (de lo particular a lo general)

(Tomado de la Enciclopedia Britanica)

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De acuerdo a Wilhem Leibniz en Monodologia:

“Nuestra razón está basada en dos grandes principios, aquel de la contradicción, en virtud del cual juzgamos aquello que involucre una contradicción como falso, y aquello que es opuesto, o contrario a la falso como verdadero.

Y aquella de razón suficiente, en virtud de lo cual consideramos que no podemos encontrar un hecho existente o aserción correcta, sin que haya una razón suficiente por la que es asi y no de otra manera, aunque la mayoría del tiempo hay razones que no pueden sernos conocidas (G VI, 612/L 646)

Cita tomada de la “Stanford Encyclopedia of philosophy”. Sobre el Principio de razón suficiente. Traducción de Mag Fil José G Maurtua)

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“Todo nuestro conocimiento se inicia con los sentidos, procede de allí hacia el entendimiento y finaliza con la razón. Nada hay más elevado que la razón”. (…)

“El escepticismo es asi un lugar de descanso para la razón humana, donde puede reflexionar sobre sus andanzas dogmáticas y hacer un estudio de la región en la cual se encuentra ella misma, de manera tal que en el futuro pueda ella ser capaz de elegir su camino con mayor certeza. Pero no es un lugar de asentamiento permanente y de habitar permanente. Tal puede ser solo obtenido a través de una certeza perfecta en nuestro conocimiento, al igual que los objetos mismos y de los limites en los cuales nuestro conocimiento de los objetos está circunscrito” (…)

“Nuestra época es la época de la crítica, según la cual todo debe ser juzgado. La sacralidad de la religión y la autoridad de la legislación son por muchos, tomadas como suelos para la excepción del examen de este tribunal. Pero si ellas son exoneradas del examen y se vuelven sujeto de justa sospecha y no pueden clamar el sincero respeto que la razón dirige a aquello que se ha sometido a examen público y libre.”

KANT, Immanuel, Crítica de la razón pura.

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“El peligro para el ejercicio libre de la razón: Cada palabra es un prejuicio.”

NIETZSCHE, Friedrich, Humano demasiado humano Aforismo 55

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“Es verdad: amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a la vida, sino porque estamos acostumbrados a amar.Siempre hay algo de locura en el amor. Pero siempre hay algo de razón en la locura.”

NIETZSCHE, Friedrich, Zarathustra I, Del leer y el escribir

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“La "razón" es la causa de que falsifiquemos el testimonio de los sentidos. En tanto que los sentidos muestran el devenir, el pasar, el cambio, no mienten.... Pero Heráclito tiene toda la razón: el ser es una ficción vacía. El mundo "aparente" es el único: el "mundo real" es una mentira añadida...” (…)

“En el pasado, el cambio, la transformación, el devenir se tomaban como prueba de lo aparente, como una señal de que debe haber algo allí que nos engaña. Hoy por el contrario, en tanto que el prejuicio de la razón nos obliga, a partir de la unidad, la identidad, la duración, la sustancia, la causa, la materialidad, el ser, nos vemos hasta cierto punto enredados en el error, empujados necesariamente al error; (...) Esto no es diferente que el caso de los movimientos de la gran estrella: en ellos el error tiene a nuestro ojo como abogado defensor permanente, aquí tiene a nuestro lenguajecomo abogado defensor permanente. El lenguaje, de acuerdo a su origen, pertenece a la época de la forma más rudimentaria de la psicología: entramos en un grosero ser fetiche grosero cuando nos damos cuenta de los requisitos básicos de la metafísica del lenguaje, esto es, en alemán: la razón. Ésta ve en todas partes a perpetradores y haceres: Ésta cree en la voluntad como causa; ésta cree en el "yo", en el yo como ser, en el yo como sustancia y proyecta sobre todas las cosas, la creencia en la sustancia del yo - el término "cosa" recién lo crea con ella.... El ser es pensado en todas partes como causa, se le atribuye subrepticiamente; desde la concepción del "Yo", el término "ser" se sigue sólo como derivación.... Al principio está la gran fatalidad del error, de que la voluntad es algo, que es algo que tiene un efecto - que la voluntad es una facultad.... Hoy sabemos que es tan sólo una palabra.... Mucho más tarde, en un mundo mil veces más ilustrado, la certeza, la certeza subjetiva en el manejo de las categorías de la razón sorpresivamente llegó a la conciencia de los filósofos: concluyeron que éstas no podían provenir del ámbito de la experiencia sensible- porque se suponía que la experiencia sensible estaba en contradicción con las categorías de la razón. Y tanto en la India como en Grecia se dedujo el mismo error: "Debemos haber residido en algún mundo superior (- en vez de en uno mucho más inferior: ¡lo cuál habría sido la verdad!), ¡Debemos haber sido divinos, porque tenemos "razón"! De hecho, hasta ahora nada ha tenido una fuerza de persuasión más ingenua que el error de ser, tal como lo formulan, por ejemplo, los eleatas: ¡tiene cada palabra por sí misma, cada frase por sí misma de la que hablamos! - Incluso los opositores de los Elementos seguían sometidos a la seducción de su concepto de ser: Demócrito, entre otros, cuando inventó su átomo..... La "razón" en el lenguaje: ¡o qué tan vieja y engañadora mujer! Me temo que no podemos deshacernos de Dios porque todavía creemos en la gramática....”

NIETZSCHE, Friedrich, El crepúsculo de los ídolos. La razón en la filosofía. 2 y 5

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“De la observación del estilo de los filósofos componemos cuadros fisionómicos en los que la razón ha ocultado aspectos de su propia esencia. “Ser racional” significa situarse en una peculiar relación, difícilmente feliz con lo sensible. El “se inteligente” traducido a la práctica significa “no te fies de tus impulsos”, “no obedezcas a tu cuerpo”, “aprende a dominarte”…comenzando por la propia sensibilidad. Sin embargo entendimiento y sensibilidad son inseparables”

SLOTERDIJK, Peter, Critica de la razon cinica. Introduccion