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Sábado  15 de febrero 2014 

CAFÉ FILOSÓFICO N° 723
LA PROSTITUCIÓN

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CAFÉ FILOSÓFICO N° 723
LA PROSTITUCIÓN

“…habría que hacer todo lo posible para que las relaciones sexuales no tuvieran una mancha económica. En la actualidad, las esposas, como las prostitutas, viven de la venta de sus encantos sexuales; e incluso en las relaciones libres temporales, se espera que el hombre asuma todos los gastos. El resultado es que hay una mezcla sucia del dinero con el sexo, y que frecuentemente los motivos de las mujeres tienen un elemento mercenario.
El sexo, incluso cuando la Iglesia lo bendice, no debe ser una profesión. Es justo que la mujer reciba su pago por cuidar de la casa, cocinar y atender a los hijos, pero no únicamente por tener relaciones sexuales con un hombre. Tampoco la mujer que ha amado y ha sido amada por un hombre debe vivir de la pensión para alimentos, cuando el amor ha terminado.
Una mujer, como un hombre, debe trabajar para ganarse la vida, y una mujer ociosa no es intrínsecamente más digna de respeto que un gigoló.”
RUSSELL, Bertrand, Por qué no soy cristiano…

“Al contrario de lo que sucede en los pueblos poligámicos, donde toda mujer encuentra quien la mantenga, en los pueblos monogámicos el número de mujeres casadas es limitado, quedando un remanente infinito de mujeres privadas de sustento. En las clases altas éstas vegetan como solteras inútiles; mientras en las clases bajas se ven obligadas a asumir trabajos duros, inadecuados para ellas, o se prostituyen, cayendo en una vida triste y deshonrosa.
Tan sólo en Londres hay unas 80000 prostitutas. ¿No son ellas, acaso, otra cosa que mujeres tremendamente perjudicadas por la institución monogámica, verdaderas víctimas humanas sacrificadas en el altar de la monogamia?”
SCHOPENHAUER, Arthur "Sobre las mujeres," Estudios sobre el pesimismo

“Los controles de policía y de sanidad sobre las prostitutas, su paso regular por la prisión, la organización en gran escala de los prostíbulos, la jerarquía puntual que se mantenía en el medio de la prostitución, su encuadramiento por los delincuentes-confidente; todo esto permitía canalizar y recuperar por una serie entera de intermediarios los enormes provechos sobre un placer sexual que una moralización cotidiana cada vez más insistente condenaba a una semiclandestinidad y volvía naturalmente costoso. En la formación de un precio del placer, en la constitución de un provecho de la sexualidad reprimida y en la recuperación de este provecho, el medio delincuente ha sido cómplice de un puritanismo interesado: un agente fiscal ilícito sobre prácticas ilegales. Los tráficos de armas, los de alcohol en los países de prohibición, o más recientemente los de la droga demostrarían de la misma manera este funcionamiento de la "delincuencia útil": la existencia de una prohibición legal crea en torno suyo un campo de prácticas ilegales sobre el cual se llega a ejercer un control y a obtener un provecho ilícito por el enlace de elementos, ¡legalistas ellos también, pero que su organización en la delincuencia ha vuelto manejables. Uno de los primeros episodios fue la organización bajo el control de la policía de las casas de prostitución (1823), lo cual rebasaba ampliamente las disposiciones de la ley de julio de 1791, sobre la vigilancia de dichas casas. En particular, esta circular del Prefecto de policía, del 14 de junio de 1823: "El establecimiento de las casas de prostitución debería naturalmente desagradar a todo hombre que se interese por la moralidad pública; no me asombra en absoluto que los señores Comisarios de policía se opongan con todo su poder al establecimiento de estas casas en sus diferentes distritos... La policía creería haber puesto mucho cuidado en el mantenimiento del orden público, si hubiera conseguido circunscribir la prostitución a unas casas toleradas sobre las cuales su acción pudiera ser constante y uniforme, y que no pudieran sustraerse a la vigilancia.”
FOUCAULT, Michel, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Michel Foucault

“El filósofo, de vuelta de los sistemas y las supersticiones, pero perseverante aún en los caminos del mundo, debería imputar el pirronismo de acera del que hace gala la criatura menos dogmática: la mujer pública desprendida de todo y abierta a todo; compartiendo el humor y las ideas del cliente; cambiando de tono y de rostro en cada ocasión; dispuesta a ser triste o alegre, permaneciendo indiferente; prodigando los suspiros por interés comercial; lanzando sobre los esfuerzos de su vecinos superpuesto y sincero una mirada lúcida y falsa, propone al espíritu un modelo de comportamiento que rivaliza con el de los sabios, carecer de convicciones respecto a los hombres y a uno mismo: tal es la elevada enseñanza de la prostitución, academia ambulante de lucidez, al margen de la sociedad, como la filosofía:
<<todo lo que sé, lo he aprendido de las fulanas>> debería exclamar el pensador que lo acepta todo y lo niega todo, cuando a ejemplo suyo, se ha especializado en la sonrisa fatigada, cuando los hombres no son para él, sino clientes, y las aceras del mundo, el mercado donde vende su amargura, como sus compañeras su cuerpo.”
CIORAN, Émile Michel, Breviario de podredumbre