Sábado 08 de febrero 2014 19.30
CAFÉ FILOSÓFICO N° 723
¿Por qué los niños suelen jugar con
carritos y las niñas con muñequitas?
a cargo de Carmen Zavala
Un estudio reciente publicado a inicios de enero del 2014 por el Journal of Experimental Child Psychology realizado a través de la tecnología de seguimiento de los ojos de niños y niñas de 3 1/2 meses mostró que los niños a esa edad se sentían más atraídos por las muñecas que por los carritos, pues sus ojos elegían enfocarse más en las primeras que en los siguientes.
La Dra. Paola Escudero, de la Universidad de Western Sydney, estuvo a cargo de esta investigación en colaboración con la Universidad de California y concluye:
“Las preferencias que vemos a los 5 meses no tienen nada que ver con la biología. La presión social, los padres, otras personas en contacto con los niños los inducen a preferir cosas que son específica de su sexo.”
Al punto de que a los 4 -5 años la mayoría de los niños ya habían preferido que les gustaba más el tipo de juguetes que se atribuye a su sexo.
Esta investigación se realiza teniendo como antecedente una muy discutida investigación de Gerianne Alexander (Universidad de Texas) y Melissa Hines (Universidad de Londres) publicada en Noviembre del 2002 en la revista oficial de la Sociedad de Comportamiento Humano y Evolución. Allí se investigó si los monitos machos tenían alguna preferencia por los juguetes de “niños”, pues de ser así esto querría decir, que a este respecto hay una diferencia biológica y que no se trata principalmente de una diferencia causada por la socialización.
Los investigadores clasificaron los juguetes en femeninos y masculinos. Por ejemplo, una pelota anaranjada y un carrito policía era masculina y una sartén roja y una muñeca eran femeninos, mientras que un libro de plástico y un perro de felpa eran clasificados como “neutrales”.
Las mediciones mostraron que
1) las monas en general no se interesaban tanto en los juguetes como los monos.
2) los monos jugaban más tiempo con la sartén roja que con el carrito.
El estudio dio como resultado que los monitos jugaban más que las monitas con los carritos y la pelota y que las monitas jugaban más con las muñecas y las sartenes. Por lo tanto sugiere el estudio de manera explícita, cabría suponer que se trata de una diferencia en el desarrollo evolutivo de los homínidos.
Este resultado no tomaba en cuenta que los monitos también jugaban más que las monitas con las muñecas, puesto que en general, los monitos gustaban más de jugar con todos los juguetes que las monitas.
El estudio no explica por qué para los monitos y las monitas debe haber una diferencia de género entre una muñeca y un perrito de peluche. Y tampoco explica por qué para los monos una sartén debería ser considerado un juguete femenino y un carrito de policía un juguete masculino.
Lo interesante de ambos estudios es que nos plantean la pregunta: ¿Usamos el lenguaje para comunicar algo o es para tratar de modificar la conducta de otros?
En este caso, ambos estudios nos dan resultados objetivos. Los niños hicieron mayoritariamente esto y lo otro, los monitos hicieron mayoritariamente esto o aquello. Esta información nos comunica datos que no conocíamos y es interesante y valiosa.
Sin embargo las conclusiones de los investigadores no nos comunican hechos sino el deseo de que por alguna razón cambiemos nuestro modo de actuar en el mundo.
La investigación del 2002 sobre los monitos, tenía el específico propósito de demostrar que los niños prefieren jugar con carritos y las niñas con muñequitas y que esto nos viene por la evolución. Es solo para demostrar esto que se lleva a cabo el experimento con los monitos para empezar. Nos enteramos de una serie de detalles interesantes que nada tiene que ver con los resultados de la investigación, como por ejemplo que los monitos y monitas inspeccionaban las entrepiernas de las muñecas.
¿Será porque querían saber si era una hembra o un macho?
Pero ¿por qué estos investigadores o sus financistas estarían interesados en demostrar que nos viene por la evolución el que supuestamente los niños quieran jugar con carritos y las niñas con muñecas? ¿Por qué no investigaron por ejemplo si por evolución hay alguna diferencia de género entre jugar a las escondidas y armar rompecabezas? ¿O si hay una diferencia entre el IQ de los que juegan con carritos y los que juegan con muñequitas indistintamente del sexo?
Tenemos acá que se nos presenta una información con el aparente propósito compartir su contenido. Sin embargo, de lo que aquí aparentemente se trata es de presentar una conclusión como hecho y deducir del supuesto ser el deber ser. O sea: como las supuestas preferencias en los juegos de los niños y las niñas serían parte del proceso evolutivo del ser humano, no tendrá sentido modificar el tipo de juguetes diferenciados por sexo que se le dará a los niños y niñas. O sea. Lo que es, es lo que debes ser, como decía Hegel.
Esto último no es una información sino un llamado a que la gente haga algo: ¡No cambien!¡Dejen todo tal cuál!.
La conclusión del artículo expresada sin palabras hubiera podido ser expresada en la acción de algunas universidades en el Perú. Para navidad regalan juguetes entretenidos y valiosos para los hijos de los docentes y trabajadores y para sus hijas una muñeca. El objetivo es el mismo. Inducir a otros a una acción.
La otra investigación hecha en Australia que concluye que los niños a los 3 meses y medio prefieren a las muñecas que a los carritos, no difiere en su carácter de la anterior. La información que nos da sobre el movimiento de los ojos de los niños y niñas no deja de ser interesante, pero es lógico que un bebé identifique más una persona o un mamífero cualquiera que un objeto que es una invención humana con la que no necesariamente ha tenido contacto.
También aquí la conclusión de la investigación pretende conducir a un cambio de conducta. Es una respuesta a la investigación anterior. Expresada sin palabras pero en acciones, esta conclusión podría haber sido reemplazada con una acción en la que se inician con niños actividades típicamente consideradas de niñas, y con las niñas actividades consideradas típicamente de niños.
El oído del filósofo debe estar entrenado para distinguir entre estos dos usos del lenguaje, que claro, están interrelacionadas. El lenguaje como medio de comunicación de pensamientos, sentimientos, información, y el lenguaje como un instrumento para modificar nuestra conducta. Raramente las palabras logran modificar la conducta de las personas. Solo funcionan como instrumento aparentemente efectivo de modificación cuando aparecen acompañadas del terror, miedo o el afecto, siendo que en estos casos estos sentimientos trascienden el discurso, y la persona que modifica su criterio lo hace en realidad, por estas motivaciones emotivas y no como el mero resultado de una reflexión desinteresada. En otras palabras, acepta cualquier cosa motivada por sus pasiones y lo racionaliza. Luego se considera que fue convencido por la argumentación.
Volviendo al tema específico: Cuando planteamos la pregunta ¿Por qué los niños suelen jugar con carritos y las niñas con muñequitas? - Acá se plantean dos preguntas y dos tipos de respuestas: La primera se podría replantear como “¿Cómo así es que esto sucede?” Y se puede contestar con información tanto observacional como con casos en los que esto no se produce. La segunda pregunta es de carácter retórico y se podría replantear como 1) ¿”Cuáles son las causas por las que los niños deben seguir jugando con carritos y las niñas deberían seguir jugando con muñequitas? – quiero conocerlas para convencer a los demás de que las cosas deben continuar de esta manera” o 2) “¿Por qué los niños deberían seguir jugando con carritos y las niñas deberían seguir jugando con muñequitas? – me siento perjudicado en la sociedad por esta situación”.
El primer grupo de preguntas se puede contestar por los datos observacionales y el planteamiento desapasionado de hipótesis. El segundo grupo de preguntas- no menos interesante- requiere de indagar en las motivaciones –justificadas- del que pregunta. Las respuestas a estas preguntas de naturaleza diferente, son independientes la una de la otra. Es interesante saber sobre el comportamiento humano.
Es necesario analizar nuestras motivaciones y las de los demás al plantear una pregunta, porque si bien estas son dos cuestiones diferentes a la pregunta misma, están son el motor mismo de la pregunta, lo que realmente importa al preguntante.
Por otra parte la separación de estos dos ámbitos permite reflexionar sobre la pregunta misma de una manera más científica y profunda.
Con esta reflexión abro la sesión sobre el tema de esta noche.